Tormenta de verano

«Más vale quedarse aquí y esperar, a lo mejor se calma la tormenta y se despeja el cielo, y entonces podremos encontrar el camino por las estrellas.» (Pushkin)

noria antigua feria

Hubo una noche de Santiago allá por los años treinta en la que sin que nadie las invitaran se presentaron, casi al mismo tiempo, cuatro tormentas.

El agua descargó con furia, los vientos arreciaron y los relámpagos serpentearon en  el cielo cuando la fiesta se hallaba en su apogeo.

Las gentes de Dos Hermanas que se concentraban en la Plaza del Arenal disfrutando de la Feria no tenían donde resguardarse y corrían asustadas mientras que los músicos se afanaban en poner a salvo sus instrumentos. La Plaza se convirtió  en una laguna de algo más de medio metro de profundidad.

En breve se formó una corriente en direción a Sevilla en la que eran arrastrados veladores, mástiles de banderas y caballitos de cartón hinchados, algunos restos fueron encontrados a dos kilómetros del pueblo flotando en el arroyo de Las Culebras al día siguiente.

Una niña de unos ocho años quedó olvidada en una de las cunitas de la pequeña noria, no tuvo miedo, pero sí algo de frío porque estaba empapada cuando la rescataron. Lo vió todo desde un lugar privilegiado y no lo olvidaría en toda su vida.

Para saber más:

Las tormentas de los años treinta/ José Vizcaino García en: Revista de Feria 1990.