Según el diccionario geográfico-estadístico-histórico de Pascual Madoz (1845-1850), Dos Hermanas contaba antiguamente con un único cementerio que se encontraba junto a la Iglesia de Santa Mª Magdalena.
Era habitual en las poblaciones antiguas que el primer camposanto se situase junto a la parroquia. Los enterramientos de alta alcurnia, se solían efectuar incluso dentro de la misma Iglesia. El auge del cristianismo en la Edad Media acercó los muertos a las Iglesias, conventos y monasterios en una idea ingenua de protección, como si la cercanía a los lugares religiosos garantizase la salvación de las almas. La hipotética igualdad de los hombres ante la muerte no era tal ante determinados factores económicos, religiosos y de otra índole, de manera que a ciertos difuntos se les concedía el privilegio de ser enterrados en el interior de los edificios destinados al culto.
Pero las limitaciones físicas eran cada vez más condicionantes, a la falta de espacio habrá que añadir argumentos de higiene, por ello a mediados del siglo XVIII comienzan a construirse cementerios extramuros. En el diseño de los nuevos cementerios se mezcla la arquitectura y la jardinería, se eligen árboles estilizados para que recuerden las columnas de los templos y se eleven al cielo, se construyen mausoleos y panteones para diferenciar las clases sociales, en definitiva, se intenta conservar la esencia de estos espacios para la muerte.
Los habitantes de las zonas rurales mostraron mayor resistencia a abandonar los antiguos camposantos parroquiales.
En Dos Hermanas, el viejo cementerio de Santa María Magdalena quedó clausurado a finales del siglo XIX. El nuevo cementerio fue construido en terrenos cedidos por el Arzobispado de Sevilla junto a la capilla de San Sebastián, de la que toma su nombre.
Fue inaugurado en junio de 1875 por el entonces alcalde don José Carballido Cotán, del partido conservador, primer alcalde de la Restauración. Este cementerio duró desde 1875 hasta 1909. En él fueron enterrados José Lamarque de Novoa y Antonia Díaz.
Pero el crecimiento urbano obligó, una vez más, al traslado del cementerio más allá de la zona habitada por los vivos.
En 1909, año en el que aconteció una terrible epidemia de cólera, fue inaugurado el nuevo cementerio de San Pedro. Muchos restos fueron trasladados al nuevo cementerio, pero otros tantos permanecieron en San Sebastián por siempre.
Actualmente existe un colegio público en donde estuvo el cementerio de San Sebastián que aún hoy es conocido por los más viejos del lugar como el colegio del cementerio viejo.
Apenas se ha escrito sobre la historia de estos camposantos de nuestra ciudad.